La inversión extranjera directa (IED) está impulsando un nuevo capítulo de crecimiento en México y América Latina. Atrás quedan los tiempos de incertidumbre; hoy, una ola de capital fresco redefine el panorama económico de la región.
En 2024 la IED mundial aumentó un 4%, alcanzando 1.5 billones de dólares, aunque con variaciones regionales. Este repunte demuestra que, pese a los desafíos geopolíticos, el apetito por mercados emergentes se mantiene firme.
Particularmente en México, durante el primer trimestre de 2025 se batió un récord histórico sin precedentes: 21,373 millones de dólares, un crecimiento anual del 5.4% y una explosión del 165% en nuevas inversiones. Es un testimonio claro de la confianza global en su potencial.
La captación de capital extranjero se concentra en áreas que combinan alta tecnología con mano de obra competitiva. Las empresas globales encuentran aquí ventajas únicas que fortalecen sus cadenas de valor.
La llegada de capital foráneo no solo inyecta recursos, sino que actúa como motor de crecimiento global para las comunidades que lo reciben. La creación de empleo y la transferencia tecnológica son palpables.
México y América Latina han sabido aprovechar sus fortalezas para convertirse en destinos preferidos por inversionistas:
Los principales aportantes de IED en México son Estados Unidos, España, Canadá, Japón y Alemania. Cada uno aporta no solo financiamiento, sino experiencias operativas que enriquecen el ecosistema local.
En la región de Bogotá, por su parte, destacan nuevas inversiones desde Chile, Argentina y un notable aumento de la presencia china. Esta diversificación abre puertas a sinergias transregionales y al intercambio de mejores prácticas.
El fenómeno del nearshoring continúa siendo el gran impulsor de la IED. Se espera que el 60% de los nuevos proyectos en 2025 provengan de expansiones de empresas establecidas, mientras el 70% de las compañías planea nuevos desarrollos a corto plazo.
No obstante, mantener incentivos adecuados y atraer inversiones a sectores emergentes como software, inteligencia artificial y energías renovables será crucial. Además, la estabilidad interna y la mejora constante de la infraestructura educativa y tecnológica determinarán el ritmo futuro.
Para gobiernos y empresas, el desafío es claro: consolidar este momento de auge para generar un futuro económico próspero que beneficie a toda la sociedad.
Recomendaciones prácticas:
La historia se escribe ahora: México y Latinoamérica tienen la oportunidad de convertirse en plataformas de desarrollo global, donde la IED se transforme en un catalizador de bienestar y progreso compartido.
Referencias