En un entorno global marcado por la incertidumbre económica y política global, las familias y las empresas han adoptado una actitud de precaución que se refleja en niveles históricos de ahorro interno. Lejos de ser un fenómeno aislado, este cambio de conducta muestra una tendencia consolidada en varios países de América Latina y en economías desarrolladas.
Este artículo explora las cifras más recientes de México, Perú y Estados Unidos, identifica los factores determinantes detrás del crecimiento del ahorro y ofrece recomendaciones prácticas para quienes desean transformar esta práctica defensiva en una estrategia de resiliencia financiera a largo plazo.
En México, la tasa de crecimiento anual del Producto Interno Bruto fue apenas del 0.6% en el primer trimestre de 2025, señal de una dinámica moderada y una elevada cautela por parte de consumidores e inversionistas. Mientras tanto, Perú registró un repunte del 3.3% en su PIB durante 2024, tras una contracción del 0.4% en 2023, gracias a la recuperación del gasto privado y la inversión pública. En Argentina y Colombia, el crecimiento también se mantuvo firme, con tasas de 5.8% y 2.7% respectivamente en el mismo periodo.
Estos datos reflejan un panorama mixto: aunque algunos países muestran signos de reactivación, la percepción de riesgo global obliga a actores económicos a ajustar sus decisiones de consumo e inversión.
El ahorro interno ha alcanzado niveles notables en diversas economías. En México, el ahorro bruto trimestral llegó a 6.9 billones de pesos corrientes en el primer trimestre de 2025, equivalente al 20.0% del PIB. En Perú, la tasa de ahorro privado superó ya los montos prepandemia por segundo año consecutivo.
En contraste, en Estados Unidos la tasa de ahorro de los hogares cayó a 4.9% en abril de 2025, y aunque se proyecta que se estabilice en torno al 3.3-3.4% para 2027, seguirá lejos de los picos del 32% alcanzados durante la pandemia.
Si bien fortalecer el fondo de emergencia familiar es una medida indispensable, niveles muy altos de ahorro pueden frenar el consumo y la inversión privada a gran escala. Menor demanda interna reduce las ventas de las empresas, limita la creación de empleos y ralentiza la recuperación económica general.
No obstante, un colchón financiero robusto puede destinarse a proyectos de largo plazo y, en caso de canalizarse adecuadamente hacia inversión productiva, contribuir a la estabilidad y crecimiento futuro de la economía.
El horizonte económico depende de múltiples variables: la evolución de la inflación global, la política monetaria de los principales bancos centrales y la dinámica de la demanda mundial, especialmente en China.
Si las tasas de interés comienzan a bajar y la volatilidad en mercados financieros se atenúa, podríamos ver un repunte del consumo y la inversión. Sin embargo, si persisten las tensiones geopolíticas o surgen nuevas olas inflacionarias, la tendencia al ahorro defensivo continuará fortaleciéndose.
En cualquier escenario, la clave estará en balancear la precaución con la voluntad de apostar por oportunidades de crecimiento. Un enfoque proactivo y bien asesorado puede convertir el ahorro defensivo en una palanca de desarrollo sostenible.
Referencias