El mercado inmobiliario español atraviesa un momento de transformación profunda y necesaria. Las nuevas condiciones de crédito están moldeando las decisiones de compra y la estrategia de inversores, y conocer estas dinámicas se vuelve imprescindible.
En el primer trimestre de 2025, el precio medio de la vivienda terminada en España ascendió a 1.905 €/m², lo que supone un incremento del 7,67% interanual.
Un piso medio de 90 m² alcanza ya los 171.482 €, reflejando una presión continuada sobre el bolsillo de los compradores.
Las previsiones de BBVA Research auguran un crecimiento nominal del 4,7% para este año, que descontada la inflación se traduce en un aumento real cercano al 1%.
Estos datos revelan que, pese a la moderación de los tipos de interés, el alza de precios persiste gracias a la demanda sólida y constante en el territorio nacional.
El mercado se divide cada vez más entre vivienda nueva y usada. En 2024, la compraventa de obra nueva creció un 7,7%, mientras que la de segunda mano retrocedió un 3,1%.
Este fenómeno se relaciona con la escasez de oferta nueva y el impulso de compradores que buscan garantías adicionales que ofrecen los nuevos desarrollos.
Hoy, la obra nueva representa el 20,3% del total de transacciones inmobiliarias, un punto y medio más que en 2023.
Por su parte, la vivienda de segunda mano se apoya en la ventaja de precios ligeramente menores, aunque la demanda de activos rejuvenecidos y con eficiencia energética se alza con protagonismo.
Abril de 2025 registró 39.176 hipotecas constituidas, el mejor abril desde 2010, con un crecimiento anual del 14,4%.
Los compradores encuentran, en gran medida, tipos de interés favorables tras la moderación del ciclo alcista del BCE.
El predominio de las hipotecas a tipo fijo ofrece una estabilidad valorada por los adquirientes, mientras que el tipo variable mantiene atractivo para quienes prevén descensos en el Euríbor.
Esta diversidad de productos crediticios facilita que tanto compradores primerizos como inversores consolidados encuentren soluciones ajustadas a sus perfiles y tolerancia al riesgo.
La inversión inmobiliaria creció un 20% en 2024 y se prevé que en 2025 mantenga un alza del 10-15%. El foco se sitúa en activos de alto valor añadido, impulsados por la adopción de tecnologías avanzadas y criterios ESG.
El sector logístico continúa con alta demanda y escasa oferta, generando fuertes operaciones de cartera y rentabilidades al alza.
En ciudades como Madrid y Barcelona, las oficinas prime recuperan dinamismo gracias a proyectos de remodelación y soluciones flexibles de espacio.
Los inversores valoran especialmente proyectos que integran paneles solares, domótica y eficiencia energética, alineados con la transición ecológica y las exigencias normativas.
Entre 2021 y 2023 se formaron 777.000 hogares nuevos, impulsados por natalidad e inmigración, agrandando la base de demanda.
Ciudades costeras como Málaga y la Costa del Sol atraen inversión nacional e internacional, consolidándose como polos de referencia.
La creación de empleo y la reactivación del turismo también sostienen la necesidad de hospedaje y vivienda en estas regiones.
Aunque el panorama es prometedor, existen desafíos como la limitada construcción de obra nueva y la concentración de la demanda en zonas muy competitivas.
Para sortear estos retos y aprovechar las oportunidades, sugerimos:
Estas acciones combinan visión estratégica y decisiones informadas para maximizar rentabilidad y seguridad, tanto en la compra de la primera vivienda como en la inversión a gran escala.
El mercado inmobiliario español demuestra una adaptabilidad notable ante las nuevas condiciones de crédito y la evolución macroeconómica.
La pujanza de la demanda, la puesta en marcha de proyectos sostenibles y la diversidad de productos hipotecarios configuran un contexto con múltiples vías de oportunidad.
Ya sea un particular buscando su hogar definitivo o un inversor profesional, entender estos mecanismos y contar con asesoramiento especializado será clave para tomar decisiones acertadas en 2025 y más allá.
Referencias