La moderación de la inflación global en 2025 y 2026 ha despertado expectativas positivas en inversores, consumidores y responsables de política económica. Tras los picos registrados por la pandemia y la incursión bélica en Ucrania, los mercados vislumbran un respiro necesario. En este artículo exploramos las causas, riesgos y efectos de un fenómeno que promete equilibrar el escenario macroeconómico mundial.
Las proyecciones hablan de una inflación global que descenderá hasta el 4.0% en 2025 y 3.9% en 2026, con una tendencia a la baja que podría prolongarse hasta 2028. Entre los países de la OCDE, el promedio sería del 4.2% en 2025, moderándose al 3.2% en el siguiente ejercicio. No obstante, persiste una fuerte dispersión interna.
Regiones avanzadas como Europa Occidental disfrutarían de cifras muy contenidas, rondando el 2.1% en promedio, mientras que Europa del Este rozaría el 7.4%. En Sudamérica, varios países mantienen tasas superiores al 20%, y en Turquía se prevé una corrección de 31.4% a 18.5% entre 2025 y 2026.
El retroceso inflacionario no es fruto del azar, sino de medidas y condiciones que han dado frutos tras el impacto de choques y disrupciones. Entre las razones principales destacan:
Este conjunto de mecanismos coordinados y naturales genera un entorno menos volátil, en el que las entidades financieras contemplan la posibilidad de recortes graduales de tipos hacia la segunda mitad de 2025.
Sin embargo, la moderación inflacionaria coexiste con amenazas que pueden revertir el avance. El proteccionismo comercial ha ganado tracción, con posibles nuevas barreras arancelarias y tensiones geopolíticas que amenazan la fluidez del comercio internacional. Además, la deuda pública elevada en países como Alemania ejerce presión sobre expectativas inflacionarias futuras.
Otro punto de alerta es el desvío de objetivos de bancos centrales. A pesar de la tendencia a la baja, muchas economías avanzadas se mantienen por encima del 2%, lo cual obliga a mantener cierto grado de restricción monetaria. La combinación de estas dinámicas podría limitar la caída adicional de la inflación.
El optimismo no se limita a pronósticos técnicos: se refleja ya en movimientos de capital y cambios en la toma de decisiones de hogares y empresas. Los principales efectos incluyen:
Pero persisten vulnerabilidades: los precios de alimentos y energía siguen expuestos a choques externos, y en economías emergentes la represión financiera y control estatal podría agravar los riesgos de deuda.
La diversidad de resultados entre zonas geográficas aconseja un análisis detallado. La siguiente tabla sintetiza las previsiones inflacionarias para 2025 y 2026 en distintas regiones:
Frente a este escenario mixto, conviene adoptar una estrategia proactiva y diversificada. Para inversores, es aconsejable:
Para consumidores y empresas, planificar presupuestos considerando una inflación residual del 2-3%, y mantener una reserva de liquidez flexible que permita afrontar posibles rebrotes de precios.
La moderación de la inflación ofrece una oportunidad para renovar la confianza y consolidar decisiones financieras con mayor certidumbre. Aunque los riesgos no han desaparecido, un entorno de precios más estable favorece la inversión, el consumo responsable y el bienestar económico global.
El reto consiste en avanzar con cautela, reconociendo los logros alcanzados y preparándose ante posibles eventualidades. Con las políticas adecuadas y una visión de largo plazo, la moderación inflacionaria como base estable puede ser la base de un crecimiento más sostenible y equilibrado.
Referencias