El dato adelantado del INE para junio de 2025 ha confirmado que la inflación subyacente se situó en el 2,2% interanual, igual que en mayo, manteniendo el mismo registro de mayo. Este comportamiento ha despertado gran atención entre analistas financieros, dado que muchos esperaban una ligera moderación tras meses de descensos en la inflación general.
En un contexto marcado por las tensiones energéticas y las disrupciones en la cadena de suministro global, la estabilización de la inflación núcleo ofrece una perspectiva más clara sobre la salud de la economía española, al excluir componentes volátiles como los combustibles y los alimentos frescos.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) general se incrementó en junio hasta el 2,2% interanual, dos décimas por encima del nivel registrado en mayo. Este repunte pone fin a una racha de tres meses consecutivos de descensos, y obedece principalmente al encarecimiento notable en los precios de carburantes y, en menor medida, al alza de los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas.
A lo largo de 2025, la inflación general inició el año en el 2,9% en enero y alcanzó un pico del 3,0% en febrero, antes de experimentar una trayectoria decreciente hasta mayo. La subida de junio señala que ciertos factores externos, como la volatilidad en el mercado energético, siguen ejerciendo presión sobre el IPC.
Para ofrecer un marco temporal claro, a continuación se presenta una tabla con la evolución mensual de la inflación general y de la subyacente durante los primeros seis meses de 2025:
Este desglose evidencia cómo la inflación subyacente ha mostrado una mayor consistencia, permaneciendo en torno al 2,2-2,3% pese a las variaciones del IPC general. La convergencia de ambos indicadores en junio refleja una menor disparidad entre los precios volátiles y las tendencias de fondo.
La inflación armonizada (IPCA) de España ascendió también hasta el 2,2% en junio, superando ligeramente el consenso de mercado, que situaba la previsión en el 2,0%. Este dato permite evaluar la posición de España en el conjunto de la Unión Europea, donde varios países registraron incrementos similares, aunque la media se mantuvo algo inferior.
La diferencia entre IPC y IPCA radica en las metodologías de cálculo y la cesta de bienes, pero ambas cifras coinciden en subrayar una estabilidad relativa de los precios de fondo y la persistencia de presiones inflacionistas moderadas en el espacio europeo.
El análisis de las causas que han impulsado la inflación general en junio señala dos elementos clave:
Al excluir estos componentes, la inflación subyacente refleja un trasfondo más estable de los precios, esencial para evaluar la eficacia de las políticas monetarias sin la distorsión de factores externos temporales.
Desde mediados de 2021, la economía española ha vivido episodios de inflación elevada provocados inicialmente por los shocks energéticos relacionados con la recuperación post-pandemia y, posteriormente, por problemas en la cadena de suministro global. Aunque estos factores comienzan a normalizarse, persisten tensiones de precios en bienes y servicios del consumo habitual.
La estabilidad en el 2,2% de la inflación subyacente sugiere que las políticas monetarias contractivas del BCE han logrado anclar expectativas, a pesar de un coste en términos de demanda interna y ritmo de crecimiento.
El mantenimiento de la inflación núcleo en el nivel previsto tiene varias consecuencias para las autoridades económicas:
El dato de inflación general fue calificado como “decepcionante” por algunos analistas, al romper la racha de descensos y situarse por encima de las expectativas. Sin embargo, el hecho de que la inflación subyacente no se eleve añade un matiz claramente optimista para el mercado y mantiene la confianza en una posible convergencia hacia objetivos de estabilidad.
Los mercados financieros estarán pendientes de la publicación definitiva del IPC el 15 de julio, así como de las siguientes reuniones del BCE, donde se decidirá el rumbo de la política monetaria. Además, factores externos como la evolución en los precios internacionales de la energía y la estabilidad en las cadenas de suministro seguirán siendo determinantes.
La estabilidad de la inflación subyacente en junio de 2025 refuerza la idea de una economía española que, aunque muestra vulnerabilidades ante factores externos, ha logrado contener las presiones de fondo sobre los precios. Este escenario exige un delicado equilibrio entre políticas monetarias prudentes y equilibradas y estrategias de estímulo que impulsen el crecimiento sin reactivar la inflación.
En definitiva, el dato de mayo y junio sitúan a España en una posición intermedia dentro de la eurozona, con la oportunidad de profundizar en reformas estructurales y aprovechar los fondos europeos para mejorar la resiliencia económica. Solo así se podrá garantizar que la estabilidad de precios se traduzca en un crecimiento sostenido y en una mejora del bienestar de los ciudadanos.
Referencias