La reciente publicación del INEGI revela una moderación en la inflación general anual, aunque los precios de los alimentos siguen ejerciendo un fuerte impacto en el bolsillo de los mexicanos.
En la primera quincena de junio de 2025, la inflación general anual en México se ubicó en 4.51%, una cifra menor que el 4.78% registrado en el mismo periodo de 2024. Este resultado evidencia una tendencia a la baja, impulsada por la desaceleración de varios componentes, aunque aún por encima del rango objetivo del Banco de México.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reportó un incremento quincenal de 0.10%, el menor desde 2023 para la primera mitad de junio. Por su parte, la inflación subyacente aumentó 0.22% quincenal, ubicándose en 4.20% anual, mientras que el índice no subyacente cayó 0.29%.
Estos datos muestran una moderación paulatina de la inflación, pero también dejan al descubierto presiones persistentes en alimentos que impiden una convergencia más rápida hacia la meta de Banxico.
Dentro de la canasta de consumo mínimo, que agrupa 176 productos y servicios esenciales, la inflación anual alcanzó 4.78%. Sin embargo, los incrementos no se distribuyen de manera homogénea: existe un claro sesgo alcista en ciertos alimentos y servicios de la dieta cotidiana.
Los productos cárnicos lideran los aumentos. La carne de res subió 0.71% quincenal, con una incidencia de 0.014 puntos porcentuales, mientras que la carne de cerdo avanzó 1.15%, contribuyendo 0.011 puntos. Estos alzas reflejan presiones de costos en insumos, transporte y condiciones de producción.
Por contraste, algunas verduras y frutas han experimentado retrocesos significativos. El jitomate cayó 2.97% quincenal, la papaya 9.37% y el chile poblano 13.24%. Estas caídas están asociadas a factores estacionales y mejoras en la oferta local.
La inflación subyacente, que excluye productos volátiles como energéticos y algunos alimentos, mostró una elevación quincenal de 0.22%, con mercancías al alza en 0.19% y servicios en 0.25%. Esta división ilustra que tanto bienes como servicios sufren presiones moderadas.
En contraste, el índice no subyacente descendió 0.29% quincenal: los precios de frutas y verduras bajaron 1.72% y los energéticos 0.23%. Estos movimientos reflejan factores climáticos y estacionales que influyen directamente en la oferta agrícola.
Las previsiones de inflación para el cierre de 2025 se han ajustado al alza: analistas estiman que la tasa anual podría superar levemente el 4.5%, aunque las expectativas a más largo plazo se mantienen relativamente estables. Aun con la desaceleración, persisten riesgos que podrían alargar la convergencia al objetivo de Banxico.
Entre las incertidumbres destacan la volatilidad en los precios internacionales de energéticos, la posibilidad de fenómenos meteorológicos extremos que afecten la producción agrícola y ajustes en las tarifas de servicios regulados por el gobierno.
El aumento en los precios de alimentos básicos golpea con mayor fuerza a los hogares de menores ingresos, donde la compra de carne, verduras y servicios de alimentación fuera de casa representa una parte sustancial del gasto familiar.
Frente a este escenario, las familias pueden adoptar medidas para mitigar el impacto en su presupuesto y mejorar su capacidad de compra:
Por su parte, las autoridades monetarias y agrícolas deben coordinar políticas que fortalezcan la producción interna, garanticen cadenas de suministro eficientes y reduzcan la vulnerabilidad ante choques climáticos.
La desaceleración de la inflación demuestra avances en el control de precios, pero las presiones en productos alimentarios evidencian desafíos estructurales. Con una estrategia que combine políticas públicas y acciones ciudadanas, es posible avanzar hacia una estabilidad duradera y proteger el poder adquisitivo de las familias mexicanas.
Referencias