En un mundo marcado por desigualdades crecientes y crisis recurrentes, la búsqueda de un modelo de desarrollo que no deje a nadie atrás adquiere una urgencia inédita. El concepto de crecimiento inclusivo ha emergido como un faro de esperanza para gobiernos, empresas y sociedad civil, planteando la necesidad de compartir equitativamente los frutos del progreso y garantizar oportunidades para todos.
Este artículo ofrece una visión comprensiva de los principios, desafíos y estrategias necesarias para convertir el crecimiento inclusivo en una prioridad real. Encontrarás datos, casos regionales y recomendaciones prácticas que inspiren a cada actor a aportar su grano de arena.
El crecimiento inclusivo puede definirse como un modelo de desarrollo económico cuyo objetivo es distribuir de manera justa los beneficios del crecimiento entre toda la población, prestando especial atención a los grupos más vulnerables. Según la OCDE, este enfoque va más allá de las políticas meramente redistributivas, al buscar igualdad de condiciones para el éxito y reducir las barreras de acceso a la prosperidad.
A diferencia de los esquemas tradicionales, el crecimiento inclusivo prioriza la creación de un entorno donde el talento y el esfuerzo individual sean los principales determinantes del progreso, independientemente del origen social. Así, se persigue un reparto equitativo de los beneficios y la generación de oportunidades para todos.
El crecimiento inclusivo forma parte de la Agenda 2030 de la ONU, concretamente del ODS nº 8: “Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos”. Su relevancia se extiende al reconocimiento de que sin justicia social, la estabilidad y la prosperidad a largo plazo son difíciles de alcanzar.
No obstante, los avances no son homogéneos. Tras la pandemia y las crisis económicas recientes, la informalidad laboral ha aumentado y la perspectiva de crecimiento del PIB per cápita se ha desacelerado. Persiste además:
Estos retos socavan el contrato social y generan tensiones políticas y sociales, haciendo imprescindible priorizar un crecimiento más inclusivo.
Lograr un modelo de desarrollo verdaderamente inclusivo requiere acciones coordinadas entre gobiernos, sector privado y sociedad civil. Entre las medidas más efectivas destacan:
Además, es esencial consolidar un marco regulatorio que promueva la responsabilidad social empresarial y estimule productos y políticas de recursos humanos inclusivas dentro de las compañías.
En la región de Centroamérica y República Dominicana se ha observado un crecimiento económico sostenido en la última década, pero con resultados limitados en términos de reducción de la pobreza y distribución del ingreso. Esto revela una brecha entre el aumento del PIB y la mejora de las condiciones de vida.
El diagnóstico regional señala la necesidad de estabilizar las finanzas públicas, reducir déficits fiscales y, sobre todo, invertir en capital humano. La educación de calidad, la salud pública y la infraestructura social se erigen como pilares para promover un desarrollo más equitativo y sostenible.
La experiencia internacional muestra que ciertos factores resultan determinantes para alcanzar el crecimiento inclusivo:
Estos elementos, acompañados de un entorno macroeconómico estable, sientan las bases para una economía que crezca de manera sostenible y con beneficios distribuidos equitativamente.
Solo a través de un corresponsabilidad entre sectores público y privado será posible consolidar un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza y reduzca las desigualdades. La cooperación internacional y el compromiso de cada ciudadano son igualmente cruciales.
El desafío del siglo XXI consiste en reconocer y valorar el talento, independientemente del origen social, y en adaptar nuestras políticas al contexto de la digitalización y la globalización. Las decisiones que tomemos hoy determinarán el bienestar de las generaciones venideras.
Invitamos a líderes, empresas y ciudadanos a sumarse a esta causa, proponiendo soluciones creativas y participando activamente en la construcción de un modelo económico que realmente genere oportunidades para todos. El futuro de nuestras sociedades depende de nuestra capacidad para impulsar un crecimiento que sea inclusivo, sostenible y justo.
Referencias