En un panorama global donde la inflación y las decisiones de política monetaria se encuentran en el centro del debate, entender el impacto de las tasas reales positivas en las valoraciones de activos a largo plazo resulta esencial para inversionistas, empresarios y responsables de políticas.
Este artículo profundiza en los conceptos clave, examina las repercusiones macroeconómicas y ofrece ejemplos concretos que ilustran cómo una tasa de interés real superior a cero puede modificar el valor presente y el futuro de proyectos e inversiones.
La tasa de interés real es la tasa nominal ajustada por la inflación, reflejando el valor verdadero que se paga o recibe por préstamos e inversiones sin reducir poder adquisitivo.
La fórmula aproximada es sencilla:
Tasa real ≈ Tasa nominal – Inflación esperada.
Por ejemplo, si la tasa nominal es del 5% y la inflación esperada es del 2%, la tasa real resultante sería del 3%. Cuando la tasa nominal supera la inflación, hablamos de tasas reales positivas, lo que implica un retorno neto para el prestamista y mayores costos de financiamiento para los prestatarios.
Desde una perspectiva de política económica, mantener tasas reales en territorio positivo conlleva beneficios y desafíos. A continuación, se detallan los principales efectos:
Este equilibrio es delicado: tasas reales muy elevadas pueden frenar excesivamente la economía, mientras que tasas negativas suelen alimentar la inflación y la depreciación de la moneda.
En los modelos de descuento de flujos de caja (DCF), la tasa real es el factor clave para descontar ingresos futuros y determinar el valor presente de proyectos y empresas.
Cuando la tasa real de descuento sube de forma sostenida, el valor actual de los flujos de efectivo disminuye, especialmente en sectores con altas inversiones iniciales y retornos a largo plazo, como infraestructura, energía y tecnología.
La mayor sensibilidad de estos sectores se debe a que un pequeño incremento en la tasa de descuento genera una reducción significativa del valor presente.
Estos ejemplos numéricos demuestran cómo varía la tasa real en diferentes contextos y cómo afecta la evaluación financiera de proyectos.
La relación entre la tasa real y la productividad marginal del capital es fundamental. Si el costo real del dinero excede la capacidad de generar rendimientos productivos, se interrumpe el financiamiento de proyectos que podrían impulsar el crecimiento potencial.
Una política de tasas realistas y equilibradas busca alinear el costo del crédito con las verdaderas oportunidades de inversión, evitando rigideces y fomentando un entorno propicio para la innovación.
El Banco Central, junto con organismos como el FMI, suele recomendar tasas reales positivas para:
No obstante, la aplicación de estas políticas debe considerar la estructura financiera y los riesgos de contracción excesiva del crédito.
La volatilidad de la inflación y la incertidumbre en los mercados globales complican el cálculo de la tasa real esperada, elevando el riesgo de las inversiones.
En economías emergentes, donde la inflación puede cambiar drásticamente, la capacidad de mantener tasas reales positivas depende de la credibilidad de la política monetaria y de la solidez del sistema financiero.
La experiencia histórica en América Latina demuestra que las tasas reales negativas prolongadas suelen agravar la depreciación de la moneda y dificultar la atracción de capital externo.
Comprender el efecto de las tasas reales positivas en las valoraciones de largo plazo permite a inversionistas y autoridades diseñar estrategias más informadas.
El desafío consiste en hallar un punto de equilibrio sostenible que equilibre la remuneración del ahorro con la viabilidad de proyectos productivos.
Solo así se garantizará un crecimiento económico duradero, una inflación controlada y una valoración justa de activos a largo plazo.
Referencias