En un contexto global marcado por la desaceleración y la alta incertidumbre, los mercados emergentes han logrado destacar gracias a su capacidad de adaptación y fortaleza estructural. Este artículo examina las claves de esa resiliencia, analiza los riesgos externos y ofrece recomendaciones para reforzar el crecimiento sostenible.
El Fondo Monetario Internacional proyecta un crecimiento mundial se desacelera al 3,3% en 2025 y 2026, por debajo del promedio histórico. La UNCTAD sitúa incluso la cifra en 2,3%, rozando niveles típicos de recesión global. La disminución de la demanda externa y el enfriamiento del comercio internacional complican el panorama para los países en desarrollo.
Esta ralentización afecta con especial intensidad a las economías emergentes, que enfrentan desafíos adicionales derivados de la volatilidad financiera y la fragmentación geoeconómica. Sin embargo, diversas regiones han mostrado una respuesta sorprendentemente robusta.
En el primer trimestre de 2025, el índice MSCI Emerging Markets IMI alcanzó un alza cercana al 1,7%, superando a los índices de mercados desarrollados. Este repunte es significativo tras años de menor rendimiento relativo.
Detrás de este éxito se encuentran factores estructurales y de política pública que han fortalecido la capacidad de reacción ante shocks:
Los riesgos globales persisten y podrían golpear con fuerza si se intensifica la fragmentación geoeconómica. La posible recrudescencia de aranceles entre Estados Unidos y China plantea amenazas, especialmente para economías del sudeste asiático dependientes de la demanda china.
La volatilidad financiera ha alcanzado niveles sobresalientes: el índice de incertidumbre de política económica global registró un máximo histórico, mientras que el VIX experimentó su tercer pico más alto desde 2008.
La resiliencia no es homogénea. Asia emergente, liderada por China e India, ofrece el ejemplo más claro de respuesta efectiva:
En Latinoamérica, Brasil destaca gracias al sector de materias primas y políticas fiscales prudentes, aunque enfrenta barreras estructurales que limitan su expansión. África subsahariana y Oriente Medio sufren la caída de precios de las exportaciones, pero algunos países exportadores de petróleo y minerales muestran ajustes exitosos.
Para consolidar la resiliencia y potenciar el crecimiento, los responsables de política pública y el sector privado pueden considerar las siguientes acciones:
Estas medidas, respaldadas por organismos multilaterales, ayudarán a afrontar la volatilidad futura y capturar oportunidades de negocio.
A pesar de las adversidades, los mercados emergentes han probado que pueden resistir y recuperarse. Su fortaleza radica en profundas reformas estructurales y en el impulso de motores internos de crecimiento.
Mirando hacia 2026 y más allá, la clave estará en mantener la disciplina fiscal, acompañada de inversiones en infraestructura, educación y tecnología. Solo así se convertirá la resiliencia momentánea en un pilar de prosperidad duradera para millones de personas en todo el mundo.
Referencias